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Publicado: 2015.10.18 - 09:10:13 / noracal@enet.cu / MSc. Nora Rodríguez Calzadilla | |||
![]() A la luz de su aniversario 114 se le considera la Catedral de la Cultura cubana. En ella se atesora el patrimonio bibliográfico de la nación, en documentos de autores nacionales o extranjeros publicados en el país. Toca a la prestigiosa institución adquirir y conservar los ejemplares de las publicaciones de y sobre Cuba en cualquier formato. Del mismo modo lleva el control bibliográfico y es la rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas que en estos momentos supera las 400 en todo el archipiélago. Entre sus diversas misiones se distingue por servir de nicho a la promoción de la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y el libre acceso a la información y al conocimiento. De la historia de la Biblioteca Nacional Se sabe que antes del nacimiento de la Biblioteca Nacional de Cuba existía la tradición de bibliotecas públicas y privadas, entre éstas últimas, destaca, desde el siglo XVII, la del presbítero Nicolás Estévez Borges, con dos mil volúmenes. En las postrimerías del siglo XVIII, nace una pequeña biblioteca en el Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Luego de más de un centenar de años, se crea a inicios del siglo XX, la biblioteca pública de la Sociedad Económica de Amigos del País. Al momento de sus orígenes contaba con 41 487 volúmenes. Documentos históricos consultados testifican que destacadas personalidades del mundo científico e intelectual cubano, pertenecientes a la más alta aristocracia azucarera del país, conformaron durante el siglo decimonónico notables bibliotecas particulares, que según los entendidos se hicieron muy valiosas porque sus colecciones fueron editadas por encumbrados sellos europeos, estadounidenses y cubanos. Hablan también de lujosas y artísticas encuadernaciones, cuidadas con esmero. En cuanto a sus temáticas y contenidos devienen excepcionales piezas de la creación científica e intelectual mundial y cubana. Marcó fundamentos para la creación de la Biblioteca Nacional, el evidente interés por la lectura y el libro en diversas clases y sectores sociales a finales del siglo XIX; además de las bibliotecas públicas de escuálidos recursos creadas a demanda del surgimiento de sociedades culturales, de recreación y el concurso de algunas logias masónicas. Con estos antecedentes, en apretado resumen, fraguó el consenso generalizado sobre la necesidad de desarrollar las bibliotecas, paradigmas culturales, científicos y literarios para la historia. Corría 1899 cuando se aprecia la necesidad de nuevas instituciones por nacer junto al estado cubano: su Biblioteca y Archivo nacionales. ![]() Registra la documentación histórica consultada que la Biblioteca Nacional de Cuba se crea mediante la ley militar No. 234 del Gobierno Interventor norteamericano. Su ubicación original estuvo en un salón de 30 x 7.5 metros, en el Castillo de la Fuerza. Allí también radicaba el Archivo General. Los primeros libros fueron donados por Don Domingo Figuerola Caneda, primer director de la institución. Se trataba de una colección personal de 3 000 volúmenes. (1). A partir de ahí, los más ilustres representantes de la intelectualidad cubana dispensaron sus colecciones particulares; entre ellas, muy valiosos fondos como los de Antonio Bachiller y Morales (considerado hoy el Padre de la Bibliografía en Cuba), Francisco Sellén y Manuel Pérez Beato. La Biblioteca Nacional tuvo varias sedes en coincidencias nefastas que transitaron entre accidentes, penurias y desidia de los gobiernos de la época, lo cual motivó al destacado historiador de la ciudad de La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring, para fundar en 1936, la Sociedad “Amigos de la Biblioteca Nacional”, a través de la cual sacó a la luz pública el caos educativo y cultural que vivía Cuba y, en especial, su máxima institución bibliotecaria. El nombre de nuestro Héroe Nacional, José Martí, para la Biblioteca Nacional fue aprobado en 1949 por iniciativa de Don Fernando Ortiz y ocho años más tarde, la sede se trasladó al inmueble, enclavado entonces en la Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución. La entrada triunfal de enero de 1959, marcó el renacer y los parabienes de la Catedral de la Cultura de Cuba de la cual nos honramos y nutrimos intelectualmente. Una nueva dimensión científica y cultural cambió paradigmas en el crecimiento y expansión de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, BNCJM, por sus iniciales. Es momento de evocar a la reconocida bibliotecóloga y Doctora en Ciencias Sociales y Derecho Público, María Teresa Freyre de Andrade, quien asumió la dirección de la institución y redefinió sus objetivos, funcionamiento y normativas. ![]() La actual sede de la BNCJM ha servido de sede de importantes encuentros entre escritores, artistas, dramaturgos y figuras de la cultura en general. Entre ellos, el más descollante que inmortalizó la historia fue el celebrado en su sala-teatro y donde el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz pronunció su discurso devenido referente obligado sobre la política cultural de la Revolución Cubana y que a nuestros días trasciende como “Palabras a los intelectuales”. De la sede al mito universal Un elegantísimo edificio da la bienvenida a los visitantes. Se levanta sobre un área de 19 236 metros cuadrados, enclavados en la Avenida de la Independencia, conocida como la Calzada de Rancho Boyeros, con esquina a la popular arteria de 20 de Mayo, en prolongación territorial con Paseo… Mejor ubicación sería impensable, porque la sede de la BNCJM muestra su generoso rostro al frente de la Plaza de la Revolución y su cimera obra escultórica al Apóstol. Era el 21 de febrero de 1958 cuando se inauguró la nueva y definitiva casa de esta catedral del conocimiento. Es impresionante. Es magnánima. Desde la entrada nos aguarda un gran pórtico de rojo granito y travertina piedra. Sobre su puerta principal un vitral escolta el nombre del gran Maestro de la Patria, JOSE MARTÍ, en altas letras grabadas en pura plata. Las salas de lectura son espaciosas, solemnes e iluminadas por el Rey de los astros. Ellas delatan la funcionabilidad y quietud del lugar donde se genera un exquisito ambiente de complicidad entre libros, documentos, bibliotecarios y usuarios, como para quedarse allí sin mirar el reloj, muchísimo menos, pensar en las urgencias del vivir cotidiano. ![]() Desde la génesis de los tiempos, una deidad romana ha recorrido el mundo tras el mito de Minerva, diosa de las artes y la sabiduría. A ella le atribuyen dones que acaparan el intelecto. No por azar los arquitectos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, autores del proyecto de la colosal edificación para la institución cultural cubana, diseñaron en sus vitrales de la entrada principal y tras el nombre plateado de Martí, la imagen de Minerva… Allí la acrisolada cabeza de la diosa de las mil obras, de las letras, los actores, los poetas e intelectuales, inspira, recibe y acompaña. Notas y fuentes: (1) Catálogo de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, BNCJM. Editado por la Oficina del Historiador de La Habana y la BNCJM. (Sin fecha editorial) (2) Ibídem - Para esta crónica consultamos las siguientes fuentes: Revista digital Librínsula; Portal Web de la BNCJM; Catálogo de la BNCJM; Enciclopedia cubana en la Internet, EcuRed; Revista impresa de la BNCJM, Director, Doctor Eduardo Torres-Cuevas. Año 2013. Número 2. |
lunes, 19 de octubre de 2015
Biblioteca Nacional de Cuba, catedral de la cultura y el conocimiento
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