jueves, 13 de noviembre de 2014



Leyenda de La India Habana


Cuando llegaron los españoles en su viaje de bojeo de la isla de Cuba a un lugar donde se alzaba un gran morro, el jefe vio que en ese lugar podía carenar sus naves, mientras se protegía de un fuerte vendaval que lo venía azotando. A dicho puerto, y por las circunstancias de haber carenado allí sus naves, lo llamó Puerto Carenas.


Era una de esas mañanas que siguen a las tormentas, en que la vegetación luce una brillante gama de su verdor, los pajarillos volaban dejando oír sus dulces trinos y las flores estaban abiertas a los tibios rayos del sol. La oficialidad había salido a recorrer la isla maravillosa, y viendo alzar las enhiestas coronas de un grupo de palmas reales, hacia ellas se dirigieron y se llevaron una gran sorpresa: allí, en una peña, sentada vieron la más hermosa india que podían imaginar. Su larga cabellera, negrísima como el azabache, parecía como un manto que cubría todo su cuerpo color del bronce, y que ostentaba un brillo especial porque se acababa de bañar en una cascada, y se había sentado a secarse con el aire fresco y el calor del sol en lo alto de una peña.

Entonces un oficial se dirigió a la hermosa joven y le preguntó:

― ¿Quién eres, bella india?

―Habana ―contestó dignamente.

― ¿Cómo se llama este lugar?

―Habana ―volvió a contestar.

― ¿Quién es tu padre?

―Habanex ―contestó orgullosa, y al parecer sin temor.

Los españoles estaban estupefactos ante tanta serenidad y tal belleza.

La india sobre la peña parecía una estatua de bronce.

― ¿Cómo te llamas, di?

―Habana ―repitió claramente la indígena.

―Pues desde hoy este lugar se llamará la Habana.

La india hizo un gesto circular del contorno, repitiendo:

―Habana, Habana ―y tocándose el pecho como en el gesto de yo, repitió―: Habana.

Ya para entonces un oficial aficionado a la pintura había hecho un croquis de la hermosa joven sobre la roca, y debajo escribió: La Habana.

Años después, por ese croquis, se realizó la estatua a la india en lo que conocemos hoy como la Fuente de La India.

Tomado del libro Leyendas cubanas. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1978.

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